Mi visita al cielo


Llevo años esperando este suceso. Recuerdo que desde el día que te conocí, inmediatamente me convertí  en discípula fiel. Te he dedicado los últimos 15 años de mi vida y te admito, han sido  los mejores. Trabaje arduamente dándote a conocer y convirtiendo a indecisos, vacilantes y no convencidos; en practicantes fieles al igual que yo. Nunca me dio miedo que  me marginaran y me criticaran en tu nombre, y a todo el extranjero; le hablaba orgullosamente de ti.  Recuerdo ese día en el  que pronuncie tu dulce nombre y tras brindar mi ofrenda, llegaste a mí.  Me has brindado un amor incondicional, una seguridad, una estabilidad imparable. Siempre he podido contar contigo. En las buenas, y sobre todo en las malas.
Todo seguidor al igual que yo; espera con ansias este día, o al menos sueña con presenciarlo. Siempre se escuchan historias en el pueblo de viejos que aseguran su entrada, cuentan sus fabulas de lo que ha sido, embobando con un hechizo mágico a quien les escuchan.
Hoy fue mi día.
El hechizo mágico, era real. Altas edificaciones color blanco; se levantaban ante mis ojos, jamás creí esto tan perfecto, tan sublime. Muchos rostros conocidos me acompañaban, muchos; vestíamos color negro y sentí las miradas curiosas que nos separaban entre la multitud.  Varias personas vestían de blanco y llevaban auras que los diferenciaban de nosotros; ellos nos escoltaban con una sonrisa, con una sonrisa plasmada de indiferencia, como diciéndome, “ya sé qué haces aquí”.  En un amplio salón blanco con el suelo pulido e impecable, resaltaban aquellas telas de color azul royal, casi molestaba en la vista, toda aquella blancura. Quedamos todos sentados.  Empiezo a escuchar una voz, esta, era suave y masculina, pero a la vez retumbaba el eco en el salón, demandaba mi atención. Se presenta un caballero de ojos claros, con cabello en sal y pimienta y  vestido de blanco el que se presentó como “maestro” que prosiguió a parlamentar con cierta costumbre en su voz; que hacemos allí, porque hemos sido “escogidos” y  a detallar lo que eres tú. Yo como de costumbre quiero escribir, así que saco mi libreta de tomar notas y mi bolígrafo ‘tul’ violeta y comienzo. Y  aunque ya conozco lo que esta diciendo, no quiero perderme nada.
De manera específica y con orgullo y seguridad, me impulsa a que hable de ti, a que siga haciendo mi trabajo. De momento sentí que volvería a la realidad. Me negué en la idea y quise ir a conocerte. Quería saber de lo que estas hecho; como eres en realidad.  Me pusieron un objeto blanco y brillante en la cabeza; y nos dividieron en grupos. Los que vestíamos negro, fuimos donde otro caballero, con las mismas cualidades físicas que el “maestro”, pero con un acento diferente.  Este nos llevó a paso ligero a un salón con maquinarias color plata y un frio ambiente. Todos nos miramos unos a otros preguntándonos en la mente si esto acabaría pronto,  si eso era todo, si no te llegaríamos a ver. Mire hacia arriba y vi en una correa eléctrica, miles de “tus hijos” desfilando de cientos en cientos frente a mis ojos. Volví a recordar mi deseo. Conocerte.
Volvimos a encaminarnos y nuestro guía volvió a agradecernos nuestro trabajo. No entendía mucho por qué tanto agradecimiento, si lo hago de corazón. Seguirte, es mi misión. Todo a nuestro alrededor era perfecto. Inmaculado. Blanquísimo.
Sentí que este próximo salón era el definitivo, y me mantuve a lo más remoto del grupo posible. El verte en tu elemento era mi deseo, y era tan personal que no quise que nos conociéramos en una multitud, si no, tomar mi tiempo para estudiarte. Desee tener una cámara y fotografiar toda esta experiencia, pero no quise insultarte así que me dedique a grabar en mi mente todo este momento, saboreármelo de poco a poco.
Me sentí familiarizada, cómoda, me desplace ante tu presencia y conocí cada detalle, cada ínfimo detalle. Te conocí desde nada y no temí preguntar. NOS VIMOS. Te vi bailar frente a mis ojos, arriba, abajo, al lado. No quería irme de allí. Sentí las miradas de los que estaban allí, y me molestó hasta ver la impresión de costumbre en sus miradas. Sentí envidia. Sentí que me merecía estar a tu lado más que ellos. Yo que te guardo respeto y reverencia…  YO merecía estar ahí. Me quede hipnotizada con tu baile y varios del grupo se paraban a mi lado sintiendo esa algarabía, la compartíamos, estábamos frente a ti finalmente. Quería todo de ti.
El caballero viene hacia mí, y me pide que lo siga, que me aleje, que mantenga orden; yo silenciosamente y sin remedios, le seguí. NOS ALEJARON. Me conforme con un recuerdo, lo puse en mi bolsillo. ‘Te quedaras conmigo no importa donde vaya’. Me  despedí con la vista, se cerró la puerta tras de mí.
Regresamos donde “el maestro”… este nos pide que removamos los objetos redondos que ocupan nuestras cabezas… ya volvemos a ser normales. Desconozco que pasara luego.


Hacemos una fila por instinto; nos entregan unas canastas. Nos acercan a la salida
"GRACIAS POR VISITAR CERVECERA DE PUERTO RICO”…



:::Los De Negro:::

:::Recuerdos del Cielo:::


5 comments:

Mierdoso said...

Mira desgraciada! Yo pensé en otra cosa jijiji. Afuego, visitaste la cervecería! Que fuckin' envidia te tengo!

Anonymous said...

Yo ya estaba con los calzones bajaos hasta que leí el final jeje. WTF

El Blogiante said...

Ya me estaba asustando, mi proximo blog es de algo religioso. Tu cojiste la foto?

:::KOKY::: said...

*mierdo- no seas envidioso, en la proxima te llevare, pero hoy era algo que tenia que experimentar yo solita.

*Merdo- tu siempre lo cojes to por el lao pelu; si el "maestro cervecero" te paro la pija, pues te gusta 'gandalf the gray"

*blogiante- bienvenido a la perdicion; ese era mi tono, la religion me la pela. La foto eramos el grupo de "los vestidos de negro"

Ailed said...

Ese d la corbatita roja se ve apetecible ... om nom nom